El pregonero de un pueblo, un solterón que vive con su madre y que es un quinielista empedernido, cuyo método para rellenar los boletos era: si pasa un hombre por delante, un 1, si es una mujer, un 2 y si es “el Felipito”, una X, acierta los catorce (llevaba 13 y acierta un Real Madrid-Murcia, el cual venía con 8 lesionados y tenía a 2 fijo), convirtiéndose en el único acertante y embolsándose 65 millones de pesetas de la época (principio de los 70). A partir de aquí se nos muestra al bueno y simplón de Jenaro desplazándose a la capital a cobrar el premio, convirtiéndose ipso facto en objetivo de toda clase de vividores y pelanduscas varias, de los cuales se defiende tirando de sus innatos conocimientos rurales (como cuando en plan Cocodrilo Dundee, saca su 7 muelles en respuesta a un chulo navajero). Plagada de descacharrantes gags, calificados por sesudos cinéfilos como casposos y cutres, nos encontramos ante una divertida comedia, con un Alfredo Landa esplendido y una entrañable y satírica visión del paisaje y paisanaje del Madrid de la época digna de aplauso, con los actores apropiados para asegurar el divertimento (el inefable Jaime de Mora y Aragón y José María Iñigo en sendos cameos y una profusa nomina de actores de todo pelaje, desde Florinda Chico al muy grande Manolo Alexandre) y dirigida por el prolífico, denostado y poseedor de un pedigree cinematográfico que es envidia de los abundantes cantamañanas aburre farolas que le tildan de casposo y no le llegan a la suela de los zapatos, el señor Mariano Ozores. Si no la has visto, no pierdas el tiempo con los infumables bodrios con los que en nombre de la comedia española nos fustigan en los últimos tiempos y date el gustazo de sumergirte en esta comedia libre de pretensiones, que solo busca entretener y que si necesitas una coartada puedes calificar como “sátira costumbrista”. Quinielas, pueblerinos que llegan con la maleta a Atocha, pillos, mujerzuelas, pedir más es avaricia.
El pregonero de un pueblo, un solterón que vive con su madre y que es un quinielista empedernido, cuyo método para rellenar los boletos era: si pasa un hombre por delante, un 1, si es una mujer, un 2 y si es “el Felipito”, una X, acierta los catorce (llevaba 13 y acierta un Real Madrid-Murcia, el cual venía con 8 lesionados y tenía a 2 fijo), convirtiéndose en el único acertante y embolsándose 65 millones de pesetas de la época (principio de los 70).
ResponderEliminarA partir de aquí se nos muestra al bueno y simplón de Jenaro desplazándose a la capital a cobrar el premio, convirtiéndose ipso facto en objetivo de toda clase de vividores y pelanduscas varias, de los cuales se defiende tirando de sus innatos conocimientos rurales (como cuando en plan Cocodrilo Dundee, saca su 7 muelles en respuesta a un chulo navajero).
Plagada de descacharrantes gags, calificados por sesudos cinéfilos como casposos y cutres, nos encontramos ante una divertida comedia, con un Alfredo Landa esplendido y una entrañable y satírica visión del paisaje y paisanaje del Madrid de la época digna de aplauso, con los actores apropiados para asegurar el divertimento (el inefable Jaime de Mora y Aragón y José María Iñigo en sendos cameos y una profusa nomina de actores de todo pelaje, desde Florinda Chico al muy grande Manolo Alexandre) y dirigida por el prolífico, denostado y poseedor de un pedigree cinematográfico que es envidia de los abundantes cantamañanas aburre farolas que le tildan de casposo y no le llegan a la suela de los zapatos, el señor Mariano Ozores.
Si no la has visto, no pierdas el tiempo con los infumables bodrios con los que en nombre de la comedia española nos fustigan en los últimos tiempos y date el gustazo de sumergirte en esta comedia libre de pretensiones, que solo busca entretener y que si necesitas una coartada puedes calificar como “sátira costumbrista”.
Quinielas, pueblerinos que llegan con la maleta a Atocha, pillos, mujerzuelas, pedir más es avaricia.
Crítica de: tiznao madrid (España)